El realismo es uno de los enfoques teóricos más influyentes dentro del estudio de las relaciones internacionales. Este enfoque se centra en entender el comportamiento de los Estados y otros actores internacionales desde una perspectiva pragmática y centrada en el poder. Para comprender qué es el realismo, es útil referirse a él como una corriente de pensamiento que prioriza la supervivencia del Estado, la lógica del interés nacional y la dinámica de poder sobre normas, valores o cooperación idealistas.
En este artículo exploraremos en profundidad el realismo, sus orígenes, sus principales autores, ejemplos históricos y su relevancia en el mundo contemporáneo. Además, analizaremos cómo se diferencia del idealismo y cómo se aplica en situaciones concretas de política exterior y seguridad internacional.
¿Qué es el realismo en las relaciones internacionales?
El realismo en las relaciones internacionales es una corriente teórica que sostiene que el sistema internacional está en un estado de anarquía, donde no existe una autoridad superior que gobierne a todos los Estados. Por esta razón, los Estados actúan principalmente para maximizar su seguridad y poder, ya sea a través de la cooperación o la confrontación.
Según los realistas, los Estados son actores racionales que buscan maximizar su interés nacional, entendido como la supervivencia y la acumulación de poder relativo. La cooperación entre Estados es vista con escepticismo, ya que se considera que cada uno busca su propio beneficio, incluso a costa de los demás.
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Un dato histórico interesante es que los orígenes del realismo se remontan al siglo XVI, con autores como Niccolò Machiavelli, pero su formalización como teoría moderna se debe al trabajo de autores como Hans Morgenthau y Kenneth Waltz. Morgenthau, en su obra *La política entre las naciones*, sentó las bases del realismo clásico, mientras que Waltz desarrolló el realismo estructural, enfocándose en la estructura del sistema internacional.
El sistema internacional y el rol del poder en el realismo
Una de las ideas centrales del realismo es que el sistema internacional es anárquico, es decir, no hay un gobierno global que imponga normas ni sanciones. Esta ausencia de autoridad superior obliga a los Estados a defenderse por sí mismos, lo que lleva a una competencia constante por el poder y la seguridad.
Los realistas ven el poder como el recurso más valioso en las relaciones internacionales. El poder puede tomar diversas formas: militar, económico, diplomático o cultural. Un Estado con mayor poder puede influir en otros, imponer su voluntad o incluso cambiar el equilibrio de fuerzas en su favor.
Además, el realismo resalta que los Estados son actores unitarios, lo que significa que actúan con coherencia y en base a un interés común, el de la nación. Esto contrasta con enfoques que consideran que dentro de un Estado pueden existir múltiples actores con intereses divergentes.
El realismo frente a otras corrientes teóricas
El realismo se diferencia claramente de otras corrientes como el idealismo, el constructivismo o el marxismo. Mientras que el idealismo sostiene que la cooperación, la justicia y los valores pueden llevar a una comunidad internacional más justa, el realismo es escéptico de estos ideales, viéndolos como utópicos en un mundo dominado por la competencia y el egoísmo.
Por otro lado, el constructivismo se enfoca en cómo las normas, identidades y expectativas sociales moldean el comportamiento de los Estados. El realismo, en cambio, prioriza las estructuras materiales y la lógica del poder sobre las ideas o las normas.
Otra corriente importante es el marxismo, que analiza las relaciones internacionales desde una perspectiva de clases y economía. Mientras que el realismo se centra en la seguridad y el poder, el marxismo ve el sistema internacional como un mecanismo de explotación de las clases trabajadoras por parte de las clases dominantes.
Ejemplos históricos de realismo en las relaciones internacionales
El realismo se ha manifestado en numerosos eventos históricos. Un ejemplo clásico es la Guerra Fría, donde Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron por el poder global, no por ideales, sino por la supervivencia estratégica. Cada movimiento diplomático, militar o económico era visto como una forma de aumentar su influencia relativa o evitar que el otro se fortaleciera.
Otro ejemplo es el Tratado de Versalles tras la Primavera de 1919. Alemania, tras la derrota, fue tratada de manera realista por las potencias vencedoras, que impusieron sanciones severas, creyendo que eso reduciría su amenaza futura. Sin embargo, esta política de represión exacerbó sentimientos de resentimiento y condujo a la Segunda Guerra Mundial, demostrando cómo la aplicación del realismo puede tener consecuencias inesperadas.
También se puede mencionar la política de balance de poder en la Europa de los siglos XVIII y XIX, donde los Estados europeos se aliaban o enfrentaban para evitar que uno de ellos dominara a los demás. Esta dinámica es un ejemplo clásico de cómo el realismo opera en la práctica.
Conceptos clave del realismo en las relaciones internacionales
El realismo se basa en varios conceptos fundamentales que definen su enfoque. Uno de ellos es la anarquía internacional, que describe el sistema internacional como una estructura sin gobernante central, donde cada Estado debe asegurar su propia seguridad. Otro concepto es el interés nacional, entendido como el objetivo principal de cada Estado, que puede incluir seguridad, poder, estabilidad o riqueza.
El poder es otro pilar del realismo. Se define como la capacidad de un Estado para influir en otros, ya sea mediante la fuerza, la amenaza, la diplomacia o el comercio. Los realistas también hablan de equilibrio de poder, un mecanismo por el cual los Estados se alían o compiten para evitar que uno se vuelva demasiado dominante.
Finalmente, el realismo estructural, desarrollado por Kenneth Waltz, introduce el conceptura que la estructura del sistema internacional —en este caso, la anarquía— es el factor principal que determina el comportamiento de los Estados, más que las características internas de cada uno.
Una recopilación de teóricos del realismo en las relaciones internacionales
Algunos de los teóricos más destacados del realismo incluyen a Niccolò Machiavelli, cuyas ideas sobre el poder y la política sentaron las bases del pensamiento realista. Más tarde, Hans Morgenthau formalizó el realismo clásico en su libro *La política entre las naciones*, donde destacó que el poder es el motor de la política internacional.
Kenneth Waltz fue quien desarrolló el realismo estructural, argumentando que el sistema internacional está estructurado por la anarquía y que los Estados actúan de manera racional para maximizar su seguridad. Otros autores importantes incluyen a E.H. Carr, quien defendió una visión más pragmática del poder, y George F. Kennan, cuyas ideas influyeron en la política estadounidense durante la Guerra Fría.
También se puede mencionar a Reinhold Niebuhr, quien combinó elementos realistas con una visión más moralista de la política internacional. Aunque no todos los autores realistas coinciden en todos los puntos, todos comparten la idea de que el poder y la seguridad son los factores principales en las relaciones internacionales.
El realismo y la toma de decisiones en política exterior
El realismo tiene una influencia directa en la toma de decisiones de los Estados en política exterior. Los gobiernos que adoptan un enfoque realista priorizan el interés nacional, la seguridad y el equilibrio de poder sobre consideraciones moralistas o idealistas.
Por ejemplo, Estados Unidos ha seguido una política realista en sus alianzas con países como Japón o Corea del Sur, no por razones ideológicas, sino para contener a China o Corea del Norte. De manera similar, Rusia ha actuado en Ucrania y Siria desde una perspectiva realista, buscando mantener su influencia en sus zonas de interés estratégico.
Además, el realismo explica cómo los Estados pueden cambiar de alianzas o estrategias según las circunstancias. Esto se vio durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética colaboraron en ciertos momentos, pero competían en otros, dependiendo del equilibrio de poder y las amenazas perjudicadas.
¿Para qué sirve el realismo en las relaciones internacionales?
El realismo sirve para entender el comportamiento de los Estados en un mundo complejo y competitivo. Su enfoque práctico permite a los analistas y políticos anticipar acciones de otros Estados, evaluar amenazas y diseñar estrategias efectivas. Por ejemplo, el realismo ayuda a predecir que un país con un crecimiento económico acelerado puede buscar aumentar su influencia global, lo que puede desencadenar una respuesta defensiva en otros Estados.
También permite explicar conflictos y crisis internacionales, como la Guerra de Irak o la invasión de Crimea por parte de Rusia, desde una perspectiva de intereses nacionales y equilibrio de poder. En este sentido, el realismo no solo describe el mundo, sino que también ofrece herramientas para analizarlo y actuar en él de manera estratégica.
Variantes del realismo en las relaciones internacionales
El realismo no es un enfoque único, sino que tiene varias variantes que reflejan diferentes interpretaciones de sus principios fundamentales. Una de las más conocidas es el realismo clásico, asociado con Morgenthau, que se centra en el poder, el interés nacional y la lógica del Estado como actor racional.
Otra variante es el realismo estructural, desarrollado por Waltz, que se enfoca más en la estructura del sistema internacional, especialmente en la anarquía, y cómo esta condiciona el comportamiento de los Estados. También existe el realismo defensivo, que sostiene que los Estados buscan la estabilidad y el equilibrio de poder, mientras que el realismo ofensivo argumenta que los Estados buscan expandir su poder y dominar a otros.
Además, algunos autores han propuesto versiones realistas de la teoría de juegos para analizar decisiones estratégicas en escenarios de conflicto o cooperación limitada.
El realismo y la seguridad nacional en el siglo XXI
En la actualidad, el realismo sigue siendo relevante en la era de la globalización y el multilateralismo. Aunque los Estados han desarrollado instituciones internacionales y tratados de cooperación, el realismo explica que, en última instancia, cada uno actúa en su propio interés. Esto se ha visto en casos como el Brexit, donde Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea para recuperar control sobre sus fronteras y leyes.
También se observa en la política de Estados Unidos bajo Donald Trump, que promovió una agenda de América primero, priorizando el interés nacional sobre la cooperación global. En este contexto, el realismo ayuda a entender por qué ciertos Estados rechazan acuerdos internacionales o se retiran de alianzas cuando consideran que no les benefician.
Además, en la era de las potencias emergentes como China y Rusia, el realismo explica cómo estos Estados buscan aumentar su influencia global a través de estrategias económicas, militares y diplomáticas.
El significado del realismo en las relaciones internacionales
El realismo no solo es una teoría política, sino una forma de ver el mundo. Su significado radica en su capacidad para explicar el comportamiento de los Estados en un sistema internacional competitivo. En lugar de idealizar la cooperación o la justicia, el realismo acepta que los Estados actúan en base a su propio interés, lo que puede llevar a conflictos, pero también a equilibrios dinámicos.
Además, el realismo tiene un valor práctico: permite a los gobiernos diseñar estrategias de seguridad, formar alianzas y anticipar amenazas. Por ejemplo, una potencia puede decidir fortalecer su ejército o firmar un tratado de defensa para garantizar su seguridad en un entorno hostil. En este sentido, el realismo no solo describe el mundo, sino que también ofrece herramientas para actuar en él.
¿De dónde viene el término realismo en las relaciones internacionales?
El término realismo en las relaciones internacionales proviene de la necesidad de los teóricos de describir una visión más pragmática y menos idealista del comportamiento estatal. Aunque sus raíces se remontan a la antigüedad, el uso moderno del término se solidificó en el siglo XX, especialmente con la obra de Morgenthau.
Morgenthau, influido por la experiencia de la Primavera y la Segunda Guerra Mundial, criticó la visión idealista de la política exterior y propuso una teoría basada en la lógica del poder y la supervivencia. Su libro *La política entre las naciones* (1948) es considerado uno de los textos fundadores del realismo moderno.
El término también se popularizó gracias al contraste con el idealismo, que dominaba la política internacional en las décadas de 1920 y 1930. Mientras que los idealistas creían que la cooperación y la justicia podían resolver los conflictos, los realistas insistían en que el poder y la seguridad eran los factores clave.
El realismo y la estrategia militar
El realismo tiene una estrecha relación con la estrategia militar, ya que considera que la fuerza es una herramienta fundamental para garantizar la seguridad y el poder de un Estado. Desde esta perspectiva, el fortalecimiento de las capacidades militares no es solo una cuestión de defensa, sino una estrategia para proyectar poder e influencia.
Un ejemplo clásico es la doctrina de deterrencia, que se basa en la idea de que un Estado puede evitar la agresión de otros si posee una fuerza militar suficiente como para imponer un costo prohibitivo a cualquier ataque. Esto se aplicó durante la Guerra Fría, cuando ambos bloques mantenían arsenales nucleares para disuadir al otro de atacar.
Además, el realismo explica cómo los Estados pueden usar la amenaza como una herramienta de política exterior. Por ejemplo, un país puede amenazar con atacar a otro para forzarlo a ceder en ciertos asuntos diplomáticos, sin necesidad de recurrir realmente a la guerra.
El realismo y la diplomacia internacional
La diplomacia bajo el enfoque realista no busca la cooperación por el bien común, sino que se basa en el equilibrio de poder y el intercambio de beneficios mutuos. En este contexto, los tratados y acuerdos internacionales se ven como herramientas para garantizar la estabilidad y la supervivencia de los Estados involucrados.
Un ejemplo es la OTAN, una alianza basada en el principio de defensa colectiva, donde los miembros se comprometen a defenderse mutuamente en caso de agresión. Esta alianza no se fundamenta en ideales como la paz o la justicia, sino en el interés común de mantener el equilibrio de poder frente a posibles amenazas.
El realismo también explica por qué algunos Estados pueden romper acuerdos internacionales si consideran que su interés nacional lo exige. Esto ocurrió, por ejemplo, cuando Estados Unidos se retiró del Tratado de Cielo Abierto (CTBT) en 2002, argumentando que no servía para su seguridad nacional.
Cómo se aplica el realismo en la política internacional con ejemplos concretos
El realismo se aplica en la política internacional de varias maneras. Uno de los casos más claros es la política de alianzas, donde los Estados se unen para equilibrar el poder y protegerse mutuamente. La Unión Europea, aunque tiene un componente ideológico, también se sustenta en una lógica realista de cooperación para enfrentar amenazas externas como Rusia o China.
Otro ejemplo es la política de desarme, que puede verse desde una perspectiva realista como una estrategia para reducir la amenaza de otros Estados. Sin embargo, muchos Estados, como Estados Unidos o Rusia, mantienen arsenales nucleares como una forma de disuasión, lo cual es coherente con el realismo.
También se puede aplicar al análisis de conflictos como la Guerra de Ucrania, donde Rusia busca mantener su influencia en Eurasia, mientras que Ucrania y sus aliados occidentales buscan proteger su soberanía. Esta situación se explica perfectamente desde una perspectiva realista, donde el interés nacional y el poder son los factores más importantes.
El realismo y el futuro de las relaciones internacionales
A medida que el mundo se vuelve más multipolar, con la emergencia de potencias como China y la India, el realismo sigue siendo una herramienta clave para entender las dinámicas internacionales. En este contexto, el equilibrio de poder se vuelve más complejo, ya que involucra a múltiples actores con diferentes intereses y capacidades.
También es relevante en el contexto de la ciberseguridad y la guerra híbrida, donde los Estados utilizan herramientas no convencionales para ganar ventaja. En este escenario, el realismo ayuda a entender que los conflictos pueden ocurrir incluso sin violencia directa, a través de ciberataques, desinformación o influencia política.
Además, el realismo puede adaptarse a nuevas realidades, como el cambio climático o la economía global, siempre y cuando se mantenga su enfoque en el poder, la seguridad y el interés nacional.
El realismo y la educación en ciencias políticas
El realismo es una corriente teórica fundamental en la educación en ciencias políticas y relaciones internacionales. En las universidades, se enseña como una herramienta para analizar el comportamiento de los Estados y predecir decisiones estratégicas. Los estudiantes aprenden a aplicar conceptos como el equilibrio de poder, la anarquía internacional y el interés nacional para comprender conflictos históricos y contemporáneos.
Además, el realismo fomenta un pensamiento crítico sobre la política internacional, ya que desafía la idea de que los Estados siempre actúan por razones morales o ideológicas. En lugar de eso, los estudiantes son entrenados para ver el mundo desde una perspectiva más pragmática y realista.
Este enfoque también permite a los futuros diplomáticos, analistas y políticos desarrollar estrategias basadas en la realidad, no en ideales utópicos. Por esta razón, el realismo sigue siendo una parte esencial del currículo en ciencias políticas.
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