El gasto corriente es un concepto fundamental dentro de la estadística oficial, especialmente en el contexto de las mediciones económicas realizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México. Este término se refiere a los gastos que las unidades de consumo realizan en bienes y servicios para satisfacer necesidades básicas y cotidianas, excluyendo los gastos en bienes duraderos o en vivienda. Comprender qué es el gasto corriente según INEGI es esencial para analizar el comportamiento de los hogares, medir la pobreza y diseñar políticas públicas enfocadas en la mejora del bienestar social.
¿Qué es el gasto corriente según INEGI?
El gasto corriente, según la metodología del INEGI, se define como el conjunto de gastos realizados por los hogares en bienes y servicios que se consumen en el mismo periodo en el que se adquieren. Estos gastos no incluyen inversiones ni adquisiciones de bienes duraderos, como electrodomésticos o vivienda, que se consideran parte del gasto en bienes no corrientes. El gasto corriente se divide en dos grandes categorías: alimentos y no alimentos. Los alimentos incluyen lo relacionado con la alimentación, mientras que los no alimentos abarcan servicios como educación, salud, transporte, entre otros.
Este tipo de gasto es fundamental para calcular el ingreso corriente, que a su vez es esencial para medir la línea de pobreza monetaria en México. El INEGI utiliza estos datos para elaborar la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), una herramienta clave para el gobierno y organismos internacionales que analizan la situación económica y social del país. La ENIGH permite identificar patrones de consumo, detectar desigualdades y evaluar el impacto de políticas públicas.
El gasto corriente también tiene una historia importante en la metodología estadística. Desde los años 70, el INEGI ha venido ajustando su metodología para reflejar mejor las realidades cambiantes de los hogares mexicanos. Por ejemplo, en la década de los 90 se introdujo el concepto de gasto en servicios, que permitió un análisis más integral del consumo. En la actualidad, el gasto corriente es una de las bases para calcular el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), lo cual refuerza su importancia en la economía nacional.
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La relevancia del gasto corriente en la medición de la pobreza
El gasto corriente desempeña un papel central en la medición de la pobreza monetaria en México. A través de la ENIGH, el INEGI identifica el gasto promedio de los hogares en bienes y servicios esenciales, lo que permite establecer una línea de pobreza basada en la capacidad adquisitiva. Esta línea se calcula considerando el costo de un canasta básica de alimentos y servicios, ajustada por región y nivel socioeconómico.
La metodología del INEGI para calcular el gasto corriente se basa en entrevistas a hogares, donde se recopilan datos sobre sus adquisiciones en un periodo determinado, generalmente un mes. Estos datos se procesan y se ajustan por inflación, tamaño del hogar y características demográficas. El resultado es una medición precisa del consumo real, que permite al gobierno y a otros actores sociales tomar decisiones informadas.
Un ejemplo práctico es la actualización de las líneas de pobreza. Cada año, el INEGI revisa los datos de gasto corriente para ajustar el umbral de pobreza monetaria. Esto es especialmente relevante en tiempos de crisis económica, como la pandemia de COVID-19, donde el gasto corriente se vio afectado en muchos hogares, lo que llevó a una reevaluación de las estrategias de apoyo social.
El papel del gasto corriente en la elaboración del INPC
Además de ser clave para medir la pobreza, el gasto corriente también es un elemento esencial en la elaboración del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), uno de los indicadores económicos más importantes en México. El INPC se calcula midiendo la variación en los precios de una canasta de bienes y servicios representativa del gasto corriente promedio de los hogares.
El INEGI selecciona productos y servicios que reflejan el patrón de consumo corriente de los mexicanos. Estos elementos se ponderan según su relevancia en el gasto total, lo que asegura que el índice sea representativo. Por ejemplo, si el gasto en alimentos representa un 30% del gasto corriente promedio, este porcentaje se reflejará en el cálculo del INPC.
Este enfoque permite que el INPC no solo mida la inflación, sino que también sirva como referencia para ajustar salarios, pensiones y otros pagos ligados a la economía. Así, el gasto corriente, al estar en el núcleo de este índice, se convierte en un pilar fundamental para la toma de decisiones tanto públicas como privadas.
Ejemplos de gasto corriente según INEGI
Para entender mejor qué incluye el gasto corriente según INEGI, es útil ver algunos ejemplos concretos. Este tipo de gasto abarca una amplia gama de adquisiciones que reflejan el patrón de consumo cotidiano de los hogares. Algunos ejemplos incluyen:
- Alimentos y bebidas: desde frutas y verduras hasta pan, leche, carne, huevos, agua embotellada y refrescos.
- Servicios de transporte: como el pago de gasolina, pasaje de autobús, taxi o metro.
- Servicios de salud: incluyendo medicamentos, consultas médicas y gastos relacionados con la atención de salud.
- Educación: como cuotas escolares, libros de texto o útiles escolares.
- Servicios básicos: agua, electricidad, gas, teléfono y servicios de internet.
- Ropa y calzado: prendas de vestir y calzado para uso cotidiano.
- Entretenimiento: como boletos a cines, parques o eventos culturales.
Es importante destacar que el gasto corriente no incluye adquisiciones de bienes duraderos como electrodomésticos, muebles o vehículos. Tampoco se considera el pago de impuestos, préstamos o ahorros. Estos elementos se miden por separado y se incluyen en otro tipo de análisis económico.
El gasto corriente como reflejo del nivel de vida
El gasto corriente no solo es un indicador económico, sino también un reflejo del nivel de vida y el bienestar de los hogares. A través de este gasto, se puede identificar cómo las familias priorizan sus adquisiciones, qué necesidades básicas satisfacen y cómo se ven afectadas por las fluctuaciones económicas.
Por ejemplo, en épocas de recesión, los hogares tienden a reducir su gasto en no alimentos, como entretenimiento o servicios educativos, para mantener el gasto en alimentos. Esto se observa claramente en los datos de la ENIGH, donde se registran variaciones significativas en ciertas categorías durante periodos de crisis.
Además, el gasto corriente permite identificar desigualdades entre regiones o grupos sociales. En zonas rurales o de bajos ingresos, el gasto corriente en alimentos suele ser proporcionalmente mayor que en zonas urbanas. Estos datos son clave para diseñar políticas públicas que aborden las necesidades específicas de cada sector de la población.
Recopilación de categorías del gasto corriente según INEGI
El INEGI clasifica el gasto corriente en una serie de categorías que permiten un análisis más detallado del consumo de los hogares. Estas categorías son:
- Alimentos y bebidas no alcohólicas
- Bebidas alcohólicas y tabaco
- Vestido y calzado
- Hospedaje y servicios de agua, electricidad, gas y otros combustibles
- Furniture, artículos de uso doméstico y mantenimiento corriente de la vivienda
- Salud
- Transporte
- Comunicaciones
- Recreación y cultura
- Educación
- Restaurantes y hoteles
- Otros bienes y servicios
Cada una de estas categorías se analiza con base en su importancia relativa en el gasto total del hogar. Por ejemplo, el gasto en alimentos suele representar entre el 25% y el 35% del gasto corriente promedio en México, dependiendo del nivel de ingreso del hogar.
El gasto corriente y su impacto en la economía
El gasto corriente tiene un impacto directo en la economía nacional, ya que representa una gran parte del consumo de los hogares, lo cual a su vez impulsa la demanda de bienes y servicios. Un aumento en el gasto corriente puede indicar una mejora en el nivel de vida, mientras que una disminución puede reflejar una recesión o una mayor presión financiera sobre los hogares.
Por otro lado, el gasto corriente también influye en la estabilidad macroeconómica. Un consumo elevado puede generar mayor inflación si no se acompañado de un crecimiento productivo. Por el contrario, un gasto bajo puede frenar el crecimiento económico. Por eso, el INEGI y otros organismos utilizan los datos de gasto corriente para diseñar políticas que equilibren el consumo, la producción y el empleo.
En el contexto internacional, el gasto corriente también se utiliza para comparar patrones de consumo entre países. Esto permite identificar tendencias globales y aprender de las experiencias de otros sistemas económicos.
¿Para qué sirve el gasto corriente según INEGI?
El gasto corriente, como concepto medido por el INEGI, sirve para múltiples propósitos dentro del análisis económico y social. Principalmente, se utiliza para:
- Calcular la línea de pobreza monetaria: El INEGI establece una línea de pobreza basada en el costo de una canasta básica, que se define en función del gasto corriente promedio de los hogares.
- Elaborar el INPC: El gasto corriente es el núcleo del cálculo del Índice Nacional de Precios al Consumidor, un indicador clave para medir la inflación.
- Evaluar políticas públicas: Los datos de gasto corriente permiten medir el impacto de programas sociales, como apoyos alimentarios o becas educativas.
- Comparar niveles de vida: Al analizar el gasto corriente entre diferentes regiones o grupos sociales, se pueden identificar desigualdades y diseñar estrategias para reducirlas.
- Estudiar patrones de consumo: El seguimiento del gasto corriente ayuda a entender cómo las familias priorizan sus gastos en función de su nivel de ingreso.
Un ejemplo práctico es el Programa de Apoyo Alimentario, que se diseñó para beneficiar a los hogares que gastan menos en alimentos, lo cual se identifica a través de los datos de gasto corriente obtenidos por el INEGI.
El gasto corriente y su relación con el consumo
El gasto corriente está estrechamente relacionado con el concepto de consumo, ya que ambos reflejan cómo las familias utilizan sus recursos para satisfacer necesidades. Sin embargo, no son exactamente lo mismo. Mientras que el consumo puede incluir adquisiciones de bienes duraderos y servicios a largo plazo, el gasto corriente se enfoca en lo que se consume en el mismo periodo en el que se adquiere.
Esta distinción es importante porque permite diferenciar entre gastos que generan un beneficio inmediato y aquellos que representan una inversión. Por ejemplo, un electrodoméstico es un gasto en bienes no corrientes, ya que su beneficio se distribuye a lo largo del tiempo. En cambio, un kilo de tortillas es un gasto corriente, ya que se consume en el mismo momento en el que se compra.
El INEGI utiliza esta distinción para medir el consumo real y el patrón de vida de los hogares. En contextos de crisis económica, como la pandemia, el gasto corriente se vio afectado en muchos hogares, lo que reflejó una reducción en el consumo de bienes y servicios no esenciales.
El gasto corriente y su impacto en la medición de la pobreza
La medición de la pobreza en México se basa en gran medida en el análisis del gasto corriente. A través de la ENIGH, el INEGI identifica el gasto promedio de los hogares en bienes y servicios esenciales, lo que permite establecer una línea de pobreza basada en el costo de vida. Esta línea se calcula considerando el costo de una canasta básica de alimentos y servicios, ajustada por región y nivel socioeconómico.
El gasto corriente también se utiliza para identificar hogares en situación de pobreza extrema, que son aquellos cuyo gasto es insuficiente para adquirir la canasta básica de alimentos. Esta medición permite al gobierno priorizar los apoyos sociales y evaluar el impacto de las políticas públicas en la reducción de la pobreza.
Un ejemplo reciente es el Programa de Apoyo Directo a los Hogares (PROSPERA), que se enfoca en apoyar a familias con bajos niveles de gasto corriente. A través de este programa, se han beneficiado millones de hogares en condiciones de vulnerabilidad.
El significado del gasto corriente según INEGI
El gasto corriente, según la definición del INEGI, se refiere a los gastos que los hogares realizan en bienes y servicios que se consumen en el mismo periodo en el que se adquieren. Este tipo de gasto excluye las adquisiciones de bienes duraderos y se enfoca en lo que se consume de inmediato. Su medición es esencial para calcular el ingreso corriente y, en consecuencia, para medir la pobreza monetaria.
El INEGI utiliza una metodología rigurosa para recopilar datos sobre el gasto corriente. A través de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), se entrevista a una muestra representativa de hogares para obtener información detallada sobre sus adquisiciones. Estos datos se procesan y se ajustan por inflación, tamaño del hogar y características demográficas, lo que permite obtener una medición precisa del consumo real.
Además, el gasto corriente se utiliza para calcular el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), lo cual refuerza su importancia en la economía nacional. Los datos de gasto corriente también son clave para diseñar políticas públicas orientadas a mejorar el bienestar social, como programas de apoyo alimentario o becas educativas.
¿De dónde proviene el concepto de gasto corriente según INEGI?
El concepto de gasto corriente según INEGI tiene sus raíces en las metodologías estadísticas internacionales, especialmente en las recomendaciones del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Estas instituciones han desarrollado marcos de medición del consumo y la pobreza que han sido adoptados por muchos países, incluido México.
En el caso del INEGI, el concepto de gasto corriente se ha refinado a lo largo de las décadas. En los años 70, el instituto comenzó a recopilar datos sobre el consumo de los hogares, pero fue hasta los años 90 que se estableció una metodología más precisa para medir el gasto corriente. Esta evolución reflejó los cambios en el patrón de consumo de los mexicanos y permitió una medición más acorde con la realidad socioeconómica.
Hoy en día, el gasto corriente es una herramienta clave para medir la pobreza y diseñar políticas sociales. Su uso se ha extendido más allá de México, y otros países de América Latina y el Caribe han adoptado metodologías similares para medir el consumo y la pobreza en sus respectivas poblaciones.
El gasto corriente y sus variantes en la estadística oficial
Además del gasto corriente, el INEGI también mide otros tipos de gasto que son relevantes para el análisis económico. Un ejemplo es el gasto en bienes no corrientes, que incluye adquisiciones de bienes duraderos, como electrodomésticos, muebles o vehículos. Estos gastos se diferencian del gasto corriente porque su beneficio se distribuye a lo largo del tiempo.
Otra variante es el gasto en servicios, que incluye adquisiciones de servicios como educación, salud o transporte. Aunque parte de este gasto se considera corriente, otros elementos, como el pago de cuotas escolares, pueden ser clasificados como gasto en bienes no corrientes.
El INEGI también distingue entre el gasto en alimentos y el gasto en no alimentos, lo cual permite un análisis más detallado del patrón de consumo. Estas categorías son esenciales para medir la pobreza y diseñar políticas públicas orientadas a mejorar el bienestar social.
¿Cómo se mide el gasto corriente según INEGI?
El gasto corriente se mide mediante la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), una herramienta estadística que recopila información sobre los ingresos y gastos de los hogares en todo México. La ENIGH se realiza en ciclos anuales y se aplica a una muestra representativa de hogares seleccionados mediante un diseño muestral estratificado.
El proceso de medición implica entrevistar a los hogares para obtener información detallada sobre sus adquisiciones en un periodo de tiempo determinado, generalmente un mes. Los datos se procesan y se ajustan por inflación, tamaño del hogar y características demográficas, lo que permite obtener una medición precisa del consumo real.
Una vez que los datos son procesados, el INEGI calcula el gasto corriente promedio por hogar y lo utiliza para medir la pobreza monetaria, calcular el INPC y diseñar políticas públicas. Este proceso es fundamental para garantizar que las decisiones económicas y sociales se basen en información confiable y actualizada.
Cómo usar el gasto corriente y ejemplos de su aplicación
El gasto corriente se utiliza en múltiples contextos para analizar el comportamiento económico de los hogares. A continuación, se presentan algunos ejemplos de cómo se aplica:
- Cálculo de la línea de pobreza: El gasto corriente se utiliza para determinar el costo de una canasta básica de alimentos y servicios, que sirve de base para establecer la línea de pobreza monetaria.
- Medición del INPC: El gasto corriente es el núcleo del cálculo del Índice Nacional de Precios al Consumidor, que refleja la variación en los precios de los bienes y servicios consumidos por los hogares.
- Diseño de políticas sociales: Los datos de gasto corriente se usan para identificar hogares en situación de vulnerabilidad y diseñar programas de apoyo, como el Programa de Apoyo Directo a los Hogares.
- Análisis de patrones de consumo: El seguimiento del gasto corriente permite identificar tendencias en el comportamiento de los hogares, lo cual es útil para empresas y gobiernos.
Un ejemplo práctico es el uso del gasto corriente para identificar hogares con bajos niveles de consumo de alimentos, lo cual permite diseñar programas de apoyo alimentario. Otro ejemplo es el uso de los datos de gasto en educación para evaluar el impacto de programas de becas.
El gasto corriente y su relación con el ingreso
El gasto corriente está estrechamente relacionado con el ingreso de los hogares. En general, los hogares con mayores ingresos tienden a gastar más en bienes y servicios, lo que refleja un mayor nivel de vida. Sin embargo, esta relación no es lineal, ya que los patrones de consumo varían según factores como la región, el tamaño del hogar y las características demográficas.
El INEGI utiliza los datos de gasto corriente para calcular el ingreso corriente, que es la base para medir la pobreza monetaria. Este cálculo permite identificar hogares que no tienen los recursos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos y servicios. Los datos también se usan para analizar la desigualdad en el ingreso y el consumo, lo cual es clave para diseñar políticas públicas orientadas a la equidad social.
El gasto corriente y su relevancia en tiempos de crisis
En tiempos de crisis económica, como la pandemia de COVID-19, el gasto corriente se vio afectado en muchos hogares. La reducción en el ingreso y el aumento en los precios de algunos bienes y servicios llevaron a que los hogares priorizaran sus gastos en alimentos y servicios esenciales. Esta situación se reflejó en los datos de la ENIGH, donde se observó una disminución en el gasto corriente en categorías como entretenimiento y educación.
El INEGI utilizó estos datos para evaluar el impacto de la crisis en los hogares y diseñar políticas de apoyo, como el Programa de Apoyo Directo a los Hogares. Los datos de gasto corriente también se usaron para ajustar las líneas de pobreza y garantizar que los programas de apoyo llegaran a los hogares más vulnerables.
Este ejemplo demuestra la relevancia del gasto corriente como herramienta para identificar necesidades urgentes y diseñar respuestas efectivas en situaciones de emergencia.
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